Recuerdo el suave sonido de la aguja recorriendo las delicadas telas que después mi madre convertiría en piezas únicas destinadas a vestir los sueños de sus ilusionadas dueñas.

Maquilladora Coruña
sandra lopez

De su mano aprendí el valor de la paciencia y la atención al detalle. Aprendí que un buen resultado es fruto de horas de trabajo y grandes dosis de cariño. Crecí rodeada de tejidos, de ideas que se hacían realidad, de agujas que se enhebraban una y otra vez hasta que la vista se rendía de puro agotamiento, pero nunca se perdían las ganas de volver a empezar al día siguiente.

Mi casa era una fábrica de imaginación, en la que se daba vida a los sueños de muchas mujeres, sueños que contaban su propia historia, que contaban, frente al espejo, quienes eran y como querían sentirse esas mujeres. Tal vez esa sea la conexión más fuerte con lo que soy y lo que hago. Ya en el presente, mis manos no tocan telas pero si que tocan sueños. Y, al igual que hacía mi madre, me considero, humildemente hablando, constructora de esa imagen que todas estáis buscando. Porque reconocerse en el espejo no es nada frívolo, la mente y el cuerpo trabajan mejor cuando están juntos, cuando son uno solo. Lo que vemos y lo que sentimos tiene mucha relación.

Observo fascinada la reacción que ejerce sobre el ánimo de una mujer el sencillo gesto de borrarle las ojeras, o mostrarle que esos ojos que creía pequeños son en realidad enormes con apenas un par de pinceladas. De enseñarle que su pelo es maravilloso y de que tiene infinitas posibilidades, con la imaginación como único límite. Y esa infancia mía que se prolonga a lo largo de los años, vinculada inevitablemente al mundo de la imagen, lleva a mi mente a construir la visión completa. Tu imagen completa. Esta cabeza mía, mis retinas, están acostumbradas a pensar en color, a mezclar tonalidades, a jugar con texturas. Qué importa que se haga sobre tejidos o sobre pigmentos, es creación, es búsqueda de la belleza. Y ese es mi propósito, por educación y por pasión.

Es curioso como la vida tiene sus momentos, como necesitas de la madurez para darle valor a lo que, por cotidiano, parecía incluso aburrido. Pero el momento llega, mi momento ha estado siempre vivo en mí, ahora, simplemente, asoma la cabeza y el cuerpo entero pidiendo paso en mi vida profesional, no solo en mis ratos de ocio. Mi mente no puede estar quieta, ya es imposible. Si veo un rostro lo imagino maquillado, si veo un cabello ya comienzo a peinarlo en mi cabeza. Y sigo con el cuerpo entero, porque mis orígenes forman parte de mí y no puedo separar las piezas, como ya os contaba.

Esa visión de imagen total, de conjunto, es en realidad es una gran ventaja para mí que puedo poner a tu servicio, porque en cuanto me cuentes como irás vestida a ese evento especial, el que sea, incluso tu Boda, sabré aconsejarte muy bien sobre tu maquillaje y tu peinado, mi mente te dibujará completa. Y seré sincera, porque opino que cuando se recurre a un profesional buscando un servicio se le busca por sus capacidades, en las que confías, simplemente porque has buscado eso, profesionalidad.

Además de haber aprendido el valor de la paciencia, del detalle, también aprendí, no solo en mi casa, lo importante de mantener una escrupulosa higiene en mi entorno de trabajo, así como de cuidar la comodidad de mis clientas. Un trabajo de estilismo requiere de sensibilidad, no solo para realizar el trabajo en si mismo, sino para que la experiencia sea hermosa y, por supuesto, divertida. Se trata de sacarle los colores a la vida, de levantar la cabeza con el orgullo de llevar puesto el traje más hermoso que se puede confeccionar y que siempre es a medida, nuestro propio cuerpo.

De pies a cabeza eres única, a veces se te olvida, lo sé. Ayudarte a descubrirlo, enseñarte a mirarte, a verte bien, es una de las partes de mi trabajo como maquilladora que más disfruto, porque la imagen personal es eso, es la proyección de tu felicidad sobre el mundo. Piensa en personas que conozcas y admires, ese tipo de gente que pisa fuerte, que transmite seguridad, admiradas por todos. Es una cuestión de autoestima. Si te quieres, te quieren. Hay que empezar por ahí. Por eso, mi profesión es hermosa y nada banal, porque enseña una lección de vida que yo aprendí en mi propia casa, enseña que cuidarse es bueno y necesario.

Creo en la formación constante, como manera de poder daros lo mejor y lo último, en un mundo en el que las tendencias cambian a la velocidad del vértigo. Si bien es cierto que la parte artística de este trabajo es indiscutible, hay nombres que me han ayudado a descubrir mi propio camino. Me formé de la mano de Eva Villamar, en maquillaje y peinado, especialmente en Novias y eventos, así como maquillaje fotográfico, compartiendo con ella espacio de trabajo en muchas ocasiones. En el estudio 1917 realicé diferentes formaciones de maquillaje y dermo cosmética. Completando con cursos de la mano de María Catalá, Javier Romero o en Stick Art Studio, entre otros, lista que seguirá creciendo para que yo también siga progresando. Porque mi intención es daros lo mejor de mí, de pies a cabeza. La imagen personal es mi pasión, tú eres mi pasión, así de simple.